Dr. Antonio Peña Celi

Para aquilatar la verdadera dimensión de  la personalidad de Antonio Peña Celi, no  basta señalar su trayectoria de vida en el campo público, reconocido por la historia de Loja como uno de sus prohombres que aportó significativamente para el engrandecimiento de su Patria Chica, sino más bien es imperativo rememorar su grandeza humana.

 Este hombre maravilloso de rostro siempre amable y sonriente, de pasividad y tolerancia increíbles, joviales y amenas, hizo de su profesión de médico un verdadero apostolado. Y es que su bondad y generosidad infinita llegaba a todos los sectores de la sociedad. El consultorio del  Dr. Tuquito era una sala de espera llena de gente pobre, menesterosa, con niños tiernos en brazos que acudían donde el doctorcito que “no cobra” la consulta, que les da medicina gratuita y muchas veces el plato de comida.

 Su pasión por los pobres lo llevó a combatir la temible enfermedad de ese entonces, la tuberculosis, no solo como director del Hospital de LEA, sino que su acción benéfica la llevó hacia los lugares más recónditos de nuestra provincia, diagnosticando la enfermedad, ofreciendo la medicina e inmunizando a la población, logrando así erradicar este mal en la provincia, trabajo que se constituyó en un plan piloto que luego fue aplicado a nivel nacional y que mereció el reconocimiento del Ministerio de Salud.

A pesar de su situación privilegiada de servidor público, prestigioso médico y profesor universitario, su vida fue austera, limitada económicamente, porque siempre compartió sus haberes con los más necesitados.

Antonio Peña Celi siempre hizo de la medicina un apostolado y de la educación una vocación. Compartir con Antonio Peña Celi era un aprendizaje de valores permanente, la justicia, la solidaridad y la verdad eran su forma de vida, era un hombre amante de las cosas sencillas, de la naturaleza, de las plantas, del río, del chorro de agua, enemigo de la violencia, un estudioso de su profesión y de los problemas sociales de la época, incansable defensor de los derechos de los niños y los jóvenes. Sus magistrales clases ya como Rector del Colegio Bernardo Valdivieso, ya como maestro, Decano y Rector de la Universidad Nacional de Loja reflejaban su testimonio de vida, buscando soluciones a los graves problemas políticos, económicos y sociales de la época.

 Lamentablemente la muerte lo sorprendió en el esplendor de su camino…, pero encendió la antorcha de la libertad con solidaridad.

 Por este legado de valores a la sociedad lojana, el Instituto Educativo Antonio Peña Celi se enorgullece de llevar su nombre, para que su obra no se extinga y que las nuevas generaciones sigan su ejemplo.